Leo pertenecía a una colonia en la que vivía con los que creemos son su familia. La dueña del patio los alimentaba, pero nada más. Un día se cansó de ellos y los echó a la calle. Muchos desaparecieron, pero Leo y otro hermano se quedaron por el barrio desamparados y pidiendo comida a los vecinos.

Nuestras voluntarias comenzaron a alimentarlos, pero los vecinos tiraban la comida a la basura. Una mañana encontramos a Leo cubierto con pegamento y decidimos que no podía seguir así. El acoso era cada vez mayor y corría peligro, por lo que lo llevamos al refugio. A su hermano no lo encontramos.

Ahora Leo está totalmente recuperado. Es un gato supercariñoso y bonachón al que le gusta estar con las personas. Es mimoso, juguetón y bastante sociable con los demás gatos.