A Nena la rescatamos junto con otros 10 gatos, todos familia, de un patio abandonado. Nadie los quería ni los cuidaba, lo pasaban muy mal. 

La mayoría de ellos eran muy ariscos, solo consiguió salir adoptada una gata, otra se nos murió en el refugio… Su historia es verdaderamente triste.

Nena también era huraña. No estaba acostumbrada a las personas. Con el tiempo y gracias al cariño recibido por nuestros voluntarios, fue perdiendo el miedo y se dulcificó muchísimo.

Actualmente es una gatita preciosa, tanto por fuera como por dentro, que se va detrás de todos los que nos visitan en busca de mimos.

Es una siamesa chiquitita y adorable. De tamaño muy pequeño, es supermansa y dócil. Le gusta mucho que le digan cosas bonitas, que le acaricien, que la toquen… Y ella se tumba y nos enseña su barriguita, hace la croqueta y se acaricia por las piernas. 

Su cambió ha sido espectacular. Ahora es una gata doméstica que en un hogar podría vivir tranquila y ser muy feliz. 

Es el poder del amor, capaz de transformar a un gato feral en uno superdulce.